Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Miriam Colque Cotrina

Carta: "Perdóname porque nunca jamás te desprendiste de mi sentir, Mar"

  Juan: Perdóname, sí. Pero no por lo que tú insinúas en ese título que me lanzaste como un anzuelo más. Perdóname por haber creído, por haber confiado, por haber tejido futuro con las manos abiertas mientras tú las tenías ocupadas en otras pieles. Perdóname por haber esperado un amor limpio donde solo había necesidad, manipulación y mentira. Dices que nunca jamás te desprendiste de mi sentir… Y yo me pregunto: ¿Dónde estaba ese sentir cuando le dabas dinero a otra mujer? ¿Dónde estaba cuando le pedías fotos mientras yo escribía cartas sinceras, creía en tus palabras y me entregaba entera? No, Juan. Eso no es amor que no se desprende. Eso es ego que no tolera perder su control. Eso es apego disfrazado de poesía barata. Eso es cobardía queriendo volver, pero sin sanar ni asumir. Yo sí me he desprendido de ti. Y no fue fácil. Me costó la piel, los sueños, el silencio. Me costó entender que no soy el reflejo de tu culpa ni el premio de tu arrepentimiento. Yo ya no te...

Carta Final: Nunca estuviste a mi altura

  Carta Final: “Nunca estuviste a mi altura” Juan, Mientras tú creías que me manipulabas con migajas de afecto y promesas envueltas en mentiras, yo observaba en silencio. Con una calma que no conoces. Con una inteligencia que jamás comprenderás. Fingí necesitarte. Fingí esperarte. Fingí amarte. Porque sabía que el momento llegaría: este. El instante en que te dejaría con el alma desnuda, sin refugio, frente a una verdad brutal: Nunca estuviste a mi altura. Te creíste astuto, cuando eras predecible. Te creíste fuerte, cuando solo eras cobarde. Te creíste imprescindible, cuando solo fuiste un capítulo más —uno que terminé con la pluma firme de quien ha vivido mucho y ha vencido más. ¿Sabes qué tienen en común todos los hombres que intentaron traicionarme? Que terminaron arrepintiéndose. Que no olvidaron mi partida. Que me buscaron en otras que jamás estuvieron a mi nivel. Que lloraron… cuando ya era demasiado tarde. Y tú no serás la excepción. No me ganaste. ...